Algo bueno que tienela limitación de movilidad es que me esta permitiendo redescubrir lugares verdes que la fuerza de la costumbre y el pensar que siempre están ahí, han acabado por desaparecer de mi agenda. Además, son espacios con cierto encanto y volver a ellos me permite encontrar detalles que en el pasado pasaron desapercibidos. Es hora deotorgarlesuna merecida mención.
Sendero Parque Miraflores
En esta ocasión he vuelto al Parque Miraflores que ostenta el privilegio de ser el parque metropolitano más grande de Sevilla. Noventa hectáreas de superficie verde que se encuentran encorsetadas entre un polígono industrial a un lado y una barriada al otro. Una estrecha lengua de vegetación dividida así mismo en dos parte muy bien diferenciadas por la ronda de circunvalación norte de la ciudad.
La zona sur es la más antigua y paisajista. Se puede recorrer a través de sinuosos caminos y consiste en una superficie irregular con praderas, así como, arbolado de profunda sombra muy apropiada para mitigar los rigores del calor en los períodos del año de altas temperaturas. Esta zona posee un lago natural por lo que es lugar de paso de aves migratorias desde hace muchos años.
Para alimentar el lago hubo que crear un arroyo artificial que bebe del antiguo cauce del Tagarete y que ha creado una de las estampas con más valor ornamental que llevo vistas este otoño. Se trata de un paseo alfombrado con las hojas pardas de los plátanos de sombra y que crea un marco único al canal, el cual refleja en la lámina de agua cielo, nubes y arbolado. Siguiendo este camino llegamos hasta el puente de la alcantarilla que conforma, junto a otros restos, un vestigio histórico de construcciones pasadas que nos dan una idea de como era el entorno del arroyo Tagarete antiguamente.
Para llegar a la zona norte del parque, la más moderna, debemos cruzar un puente que se eleva por encima de la ronda de circunvalación. El puente está ajardinado, una importante obra de ingeniería que se ideó para dar fluidez en el tránsito de la zona antigua ala moderna. Aunque en mi opinión el resultado no alcanza este propósito.
El motivo se debe aque la zona norte del parque rompe bruscamente con el estilo de jardín de la zona sur. No hay una transición equilibrada. La zona norte consta de plazas de superficie no uniforme acompañadas de llamativos colores y extensas praderas en las que salta a la vista que escasea una arboleda que debería ser considerable. Es como si al inicio de la plantación de árboles lo hubieran dejado de prontoy estubierasin acabar.
Todo el espacio verde recibe el nombre por elCortijo Miraflores y la Huerta de la Albarrana. Un conjunto catalogadohoy en día como Bien de Interés Culturaly que alberga un asentamiento rural de época romana, una torre almohade que se ubica en el cortijo, un molino de aceite del siglo XVIII, entre otros restos y hallazgos de diferentes épocas. También se les une la Huerta de la Albarrana de la que consta una primera mención de 1285.
En la actualidad, el Parque de Miraflores no ha perdido esa relación con el mundo rural de siglos pasados y podemos observar desde los caminoscomo crecen los diferentes cultivos de temporada en los huertos urbanos donde los vecinos de la cercana barriada se afanan por obtener las mejores hortalizas.
Paseo plátanos de sombra
Lago natural
Puente de la alcantarilla
Jardín antiguo
Arboleda
Puente ajardinado sobre carretera de circunvalación
Zona sur del parque
Pradera zona sur
Huertos urbanos
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