Llega la primavera y aparecen las alergias. El olivo es uno de esos árboles que están catalogados como muy alérgicos en entornos urbanos y hace que toda la familia de plantas Oleaceae se encuentre en el punto de mira cuando llega abril. Entre ellos, otro árbol con largo recorrido en parques, calles y alcorques, el aligustre, que debido al efecto que produce la polinización de las extensas superficies de olivar que cultivamos a nuestro alrededor se ha convertido en sospechoso habitual de provocar alergia.
Fruto y hojas de aligustre
No es esa la única acusación dudosamente merecida que recibe el aligustre (Ligustrum japonicum), pues en Japón el nombre común hace referencia a la similitud que tiene su fruto con excrementos de roedores. Sin embargo, a pesar de estas sospechas que hacen dudar de su valor ornamental, es un árbol súper utilizado para ajardinar.
Vale que sea un árbol económico y resistente, pero es precisamente ahí donde reside la mayor de sus virtudes a la hora de exculparlo de toda sospecha como árbol pernicioso en viario. Y es que el aligustre es un árbol que crece muy deprisa, lo cual hace que sea económico ya que menos serán los cuidados que habrá que realizar hasta que salga del vivero. Pero, además, su rápido crecimiento implica que es capaz de crear una continua y frondosa masa vegetal, para lo que necesita una abundante fuente de carbono que capta del aire en forma de CO2. Es decir, que ayuda a eliminar gases provenientes de la polución. El aligustre es pues un sumidero de carbono que viene muy bien en las ciudades.
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En ocasiones se cultiva como seto, pero lo habitual es verlo plantado en parterres o alcorques en forma de árbol. Y puede que produzca mucha masa vegetal, pero otra ventaja que posee es que es un árbol de mediana altura lo que lo hace perfecto para ser plantado en calles con aceras algo más estrechas y dejar así a otros árboles de mayores dimensiones que ocupen grandes avenidas o bulevares.
Este aspecto es muy relevante a la hora de gestionar la planificación de plantación de arbolado urbano. Es importante, a la hora de plantar un árbol en un alcorque, visualizar el tamaño que tendrá ese mismo árbol cuando crezca para poder evitar que las pesadas ramas interfieran en la circulación o con la infraestructura urbana. Si colocamos al árbol adecuado en el lugar adecuado, evitaremos podas drásticas que a la larga menoscaben la salud del árbol. Cualquier especie arbórea, con daños provocados por podas severas, tendrá la arquitectura de su copa comprometida y es más sensible a sufrir desprendimientos con el riesgo que eso supone.
El aligustre tiene esa vocación de árbol callejero, de alcorque de barrio y muy resistente a las adversidades a las que pueda verse sometido. Las hojas son enteras, simples y ovadas y en las calles es frecuente encontrar tanto la variedad normal como la de hoja variegada, lo que supone otra ventaja al romper con la monotonía visual del verde. Las flores son pequeñas, blancas y muy numerosas, mientras que los frutos que producen caen en racimo en forma de pequeñas drupas globosas de color negro. Una serie de características botánicas suficientes que deberían alejarlo de ser sospechoso habitual.
Copa de aligustre variegado
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