Os obvio que en primavera todos los jardines se embellecen de manera natural. También es cierto que cualquier época del año es especial para un espacio verde si sabemos apreciar al detalle cada rincón. Sin embargo yno dando de lado estas afirmaciones, podemos añadir que nos adentramos en un momento ideal para disfrutar del jardín de pradera.
Jardín de pradera
Un jardín de pradera es un espacio verde que posee una apariencia natural, pero que en realidad ha sido cuidadosamente proyectado, así como, existe un control de jardinería sobre el mismo para que mantenga todo su valor ornamental.
Son jardines donde la hierba es completa protagonista. Un lugar de sutiles texturas, donde los colores florales hacen su aparición de manera coordinada y el movimiento suave de las plantas son características singulares en toda la superficie.
Inula, hierba perenne
Otro aspecto importante del jardín de pradera es la interacción que existe con la vida silvestre. La variada floración, así como, el extenso follaje sirven de refugio y alimento a insectos, aves y diversos animales salvajes.
Abejorro sobre una equinácea
Con estos preceptos no es de extrañar que exista más de un jardín de pradera digno de mención. Vamos a los orígenes.
Los jardines de pradera surgen de la mano de Jens Jensen, paisajista danés afincado en Estados Unidos desde 1884. Un par de años después comenzó a trabajar en el equivalente al Servicio de Parques y Jardines de Chicago gestionando un jardín de plantas exóticas. Cuando éstas marchitaron, Jensen ocupó el lugar con especies nativas de praderas circundantes.
Jensen concebía un jardín como un espacio para deambular entre amplios prados con macizos de flores naturales con el objetivo de resaltar otros espacios, mobiliario, estanques o edificaciones.
Miscanthus sinensis, gramínea ornamental
En la actualidad existen dos formas de abordar el proyecto de un jardín de pradera, entendiendo éste como un espacio verde dentro de un conjunto mayor o un único lugar diseñado con la intención de resaltar el aspecto natural de la vegetación que lo compone.
La primera de estas formas para crear un jardín de pradera es plantando hierbas perennes y gramíneas ornamentales en bloques de proporciones diversas.
Floración en un jardín de pradera
Este es el estilo que ha hecho famosos los jardines diseñados por el paisajista Piet Oudolf y que consisten en crear una matriz clasificando las agrupaciones de plantas según su impacto visual.
Este primer tipo de de jardín de pradera tiene una serie de ventajas: Es ideal en espacios pequeños, las plantas al estar desarrolladas durante la plantación son más resistentes y es posible detectar las hierbas que germinan espontáneas.
Jardín de Piet Oudolf en Hummelo
Pero también tienen algunas desventajas: Necesitan labores de mantenimiento regulares y crecen con una densidad vegetal poco elevada permitiendo que aparezcan hierbas espontáneas aunque las puedas detectar.
Jardín privado en Hummelo
El otro método para establecer un jardín de pradera es mediante la siembra de una mezcla de semillas elaborado con especies vegetales previamente seleccionadas por su valor ornamental y su adaptación al lugar.
Con este método se consigue crear comunidades vegetales que compiten entre ellas de manera natural, de tal forma que la plantación cambia continuamente a lo largo de los años.
Floración en la Torre de Londres
Para diseñar un jardín de estas características es necesario poseer un elevado conocimiento al respecto y pasar mucho tiempo observando como se comportan estas poblaciones. Es el caso de los paisajistas Nigel Dunnett y James Hitchmough, especialistas en este tipo de siembras.
Jardín de pradera de James Hitchmough en RHS Wisley
A pesar de necesitar abundantes conocimientos para crearlos, lo cierto es que este estilo de jardín de pradera tienen la ventaja de lucir igual que una autentica pradera natural. Además, es más económico sembrar que plantar, así como, se pueden incluir más especies y prolongar la temporada de floración.
Jardín de pradera en Sussex
© Mark
Ambos estilos de jardín, con plantación matriz o siembra a voleo, tienen en común la conveniencia de ser establecidos en lugares soleados. Y es que no hay nada como disfrutar de una pradera floreada bajo la luz del sol en primavera.
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