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Channel: Jardines Que Me Gustan
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Un oasis para escapar del calor

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Aquello que tenemos más próximo, siempre presente y rutinario, muchas veces desaparece de nuestra vista. Lo valoramos sí, pero lo hacemos tan cotidiano, que un buen día se vuelve como respirar, haciéndose necesario, imprescindible, un acto mecánico y, a la vez, no nos damos cuenta de que lo obviamos. A mí me ha ocurrido lo mismo con los jardines que rodean al Real Alcázar de Sevilla, tantos años escribiendo un blog sobre jardines y nunca le he dedicado un post a uno de los lugares más emblemáticos de mi ciudad.

Bajo la sombra de un naranjo en el Alcázar de Sevilla

No recuerdo la primera vez que visité por primera vez el Alcázar, en cambio recuerdo que han sido muchas las veces que he caminado por los Jardines de Catalina de Rivera, los Jardines Murillo y he pasado bajo el arco que hay en el Callejón del Agua para llevarme hasta el Patio de Banderas. Un recorrido siguiendo su muralla árabe hasta llegar a la antigua Puerta de la Montería, ahora llamada Puerta del León. Una veces he ido solo, otras acompañado, pero siempre ha sido delicioso encontrarme de la frondosidad de la vegetación en sus jardines, especialmente refrescantes en pleno verano, cuando más calor hace en Sevilla.

Con este post no pretendo ahondar en la historia de cada una de los espacios que constituyen estos jardines, pues para eso ya existen numerosas publicaciones. Me gustaría dar una visión más personal de lo que significan para mí los jardines del Real Alcázar de Sevilla, que después de tantos años puedo definir en una única palabra, inspiración. Hace poco redescubrí una cita de Eduardo Godoy que la tome como apunte en el curso de Restauración de Jardines Históricos en el Centro IFAPA de Palma del Río, “El jardín es un arte delicado y bello, está hecho a la vez de lógica, fantasía, imaginación, recuerdo, estudio e intuición.” Bien, pues yo puedo añadir que los jardines son también una fuente de inspiración. No solo para el diseño de jardines, también para acontecimientos que ocurren en la vida. El cielo en la tierra o el oasis en medio del desierto. Un lugar para la contemplación y la reflexión.

Con paciencia he esperado que la cola de turistas que hay en la entrada disminuya lentamente, acercándome al acceso. Algunas veces hasta he llegado a pensar que hago allí, pues no iba con una intención concreta, simplemente por darme el gusto de sentarme bajo los árboles o desayunar en la terraza que abre la cafetería a la vista de sus frondosos jardines. Otras veces he ido por un motivo más didáctico. Necesitaba información para algún estudio o para algún trabajo de la Universidad. Incluso he ido allí y he jugado con mi hijo correteando por laberinto de cipreses y mirto que hay junto al Pabellón de Carlos V u observar juntos las gigantescas carpas que nadan bajo el agua del Estanque de Mercurio.
 
Lo cierto es que nunca he necesitado un motivo concretopara colarme en Alcázar. En realidad ¿Por qué lo iba a necesitar? ¿No es suficiente el simple hecho de que están allí? ¿Por qué obviarlos? Ya sea por el solo hecho de que son unos jardines que poseen la lógica de espacios que se han ido adhierendo al conjunto con el paso de los años, primero patios y jardines andalusíes, después la huerta que los rodeaba ha ido cediendo terreno para ir dejando paso a otros espacios, jardines renacentistas, barrocos o paisajistas sucesivamente, hasta llegar el Jardín de los Poetas promovidos por Joaquín Romero Murube, de estilo neomudéjar, volviendo al principio, haciendo la historia cíclica y recordando de nuevo sus origines árabes. Son jardines de fantasía con su galería del Grutesco y su laberinto de cipreses que nacen de la imaginación, que nos traen el recuerdo de un pasado que puede ser lejano, escrito en libros, dibujado en pinturas o un recuerdo más reciente, el de niños y niñas que juegan entre sus patios y bajo los árboles de profusa sombra. También jardines objeto de estudio, desde el que inspiraba a poetas de Al-Andalus hasta los más modernos que recrean todo el enclave mediante aplicaciones para smartphone. Y son intuición, la misma que te hace huir del calor de Sevilla, buscar su frescor en forma de abundante sombra y surtidores de agua para encontrarte con un oasis en pleno verano. 


Patio del Yeso

Patio de las doncellas

Camino en el Alcázar

Caño de Carmona

Estanque de Mercurio

Carpas

 
Puerta de la Terraza al Patio de Troya

Laberinto

 

Vegetación en el Alcázar

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Viejos conceptos muy actuales: la pared ajardinada

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La relatividad en la definición de conceptos hace que lo que un momento de la historia nos parecía moderno en la actualidad nos parezca obsoleto, a pesar de que lo antiguo, más simple, posea mayores prestaciones que lo moderno. Esta singularidad hace complicado denominar a un jardín vertical de esta forma cuando se encuentra carente de la tecnología  actual que caracteriza a esta nueva forma de entender la jardinería. Dejémoslo en muro vegetal o pared ajardinada aunque al resultado final consista en una superficie vertical sobre la que se desarrollan plantas.

Pared ajardinada en el Jardín Americano de Sevilla

La realidad es que las especies vegetales siempre crecen bajo el ritmo que les impone su yema apical, es decir, hacia arriba, como también es cierto que las raíces se desarrollan en horizontal y hacia abajo, así pues, ya sea en unas bolsas de fibra natural biodegradables o en jardineras de hormigón, la naturaleza no deja de imponer sus leyes y el efecto que se consigue es igual en ambos casos, lo llamemos jardín vertical o muro ajardinado, una pared donde las plantas crecen en abundante follaje.

Tal vez la verdadera “revolución” se encuentra en los cultivos hidropónicos, los cuales sin apenas sustratos y haciendo que las plantas reciban los nutrientes directamente desde el agua del riego, marcaron las líneas de un tipo de edificación donde sobre la superficie de la pared exterior había (o hay) un jardín. Este tipo de urbanismo de edificios verdes para hacer ciudades sostenibles, respetuosas con el medio ambiente, se gestó a principios de los años ochenta, cuando ni siquiera existía el concepto de “sostenibilidad”, con una arquitectura impropia para la época y que ha quedado retratada para la posteridad en edificios como del Edificio Planeta (antiguamente Edificio Banca Catalana) construido en Barcelona en 1978. La jardinería en cultivos hidropónicos sentó precedente, convirtiendo aquel edificio con casi 4 kilómetros de jardineras ocupadas por una selección de plantas envolventes que realzaban su aspecto natural, en el camino trazado que seguirían otras construcciones que también quisieron acercarse a ese entorno urbano sostenible.

Durante la Expo’92 de Sevilla, cuando se creó el Jardín Americano, surgió la necesidad de salvar el desnivel entre la parte inferior donde se encuentra el umbráculo de dicha zona verde y la parte superior delimitada por el Camino de los Descubrimientos. La solución propuesta fue crear una pared ajardinada que siguió estos mismos principios de riego localizado que porta los nutrientes necesarios para las especies vegetales que aún la habitan, Russelia equisetiformis, Pyrostegia venusta, Uncaria  tomentosa, Lantana cámara y Solandra maxima, aunque en la actualidad algunas de estas especies se han impuesto sobre las otras que prácticamente han desaparecido.
   
La estética algo simple de jardineras de hormigón dispuestas una sobre la otra formando una trama reticular y ordenada de forma meticulosa, que se repite hasta la rutina visual queda rota por la propia vegetación que aparece desordenada, creando un pequeño caos, una distorsión entre tanto orden. Esta misma trama vegetal se repite en los pasos subterráneos para vehículos en la Avenida Américo Vespucio, a los que se les puede añadir como especie que lo integra el jazmín azul (Plumbago capensis). Desconozco si este último se encontraba aquí desde el inicio o su participación ha sido una “invitación” posterior.

Los beneficios de los jardines verticales son muchos: captación del CO2 y otras partículas nocivas
atmosféricas, regulación térmica, reducción del efecto isla de calor, pantalla acústica,…, haciendo posible crear ciudades más integradas con el medio natural. Pero estos beneficios no son exclusivos de los jardines verticales, cualquier otra forma de vida vegetal que exista en las ciudades, desde el arbolado en una calle hasta la trepadora que crece por un muro, contribuye con los mismos beneficios a crear entornos urbanos sostenibles, salvo con una diferencia desde mi punto de vista, los jardines verticales no son tan económicos.  Lo cierto es que las paredes ajardinadas en su construcción tampoco parecen muy económicas, además son complejas, debiendo tener presente las filtraciones de agua, realizar impermeabilizaciones, proporcionar una forma de evacuación de esta misma agua para que no se acumule, hacer correctas proporciones de sustratos, sistemas de riego con fertirrigación incorporada y mallas para que las plantas no sean arrastradas por el viento. Pero su mantenimiento y coste una vez instalado es viable, las plantas crecen de forma mucho más natural, como en el caso del muro vegetal del Jardín Americano que se encuentran prácticamente “salvajadas” (ironizando sobre el abandono de este jardín singular), y sin embargo estamos dando por obsoletas unas paredes ajardinadas, vendiendo el concepto jardín vertical como el futuro de la ciudad sostenible, y quizás sea demasiado pronto para descartar sistemas que llevan funcionando y beneficiándonos durante décadas. 


          
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Girasoles en los campos… y en el jardín

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Los viajes a la playa cuando era niño eran mucho más largos que en la actualidad. Lo que por aquel entonces se convertía en una interminable odisea insufrible para mi impaciencia pueril, ahora lo recuerdo con añoranza; viejas historias que las carreteras de circunvalación han borrado, como ha desparecido del trayecto la imagen de muchos pueblos por los que había que pasar hasta el destino final. Dos hermanas, Los Palacios, Las cabezas, Lebrija, Trebujena, Sanlúcar,…, aquella parada de obligado cumplimento para desayunar, tras salir a primera hora de la mañana con la fresquita. El aire acondicionado acabó con aquellas salidas vespertinas pero aún así hay muchas cosas que el paisaje aún conserva.

Toro Osborne en Las Cabezas de San Juan 

A parte del famoso Toro de Osborne, convertido en símbolo nacional y salvado de desaparecer por decreto para que siguiera cumpliendo esta función al pie de la carretera, muchos de los cultivos industriales perduran arraigados a estos pueblos. La remolacha, el algodón o el girasol son la base de la economía agraria que ha sustentado a las localidades que siguen esta carretera durante décadas, formado parte del paisaje, modificándolo con el calendario agrícola de rotación de cultivos, de siembra y de recolección.

Tanto en los recuerdos que conservo como en el paisaje tal y como es  hoy en día, siempre me llamó y me llama la atención la suave inclinación de las colinas teñidas de rubio por las tierras en barbecho o la incipiente plántula que emerge verde del suelo. En especial, siempre me fascinaron los cultivos de girasoles, con sus enormes flores amarillas, siempre persiguiendo al sol, llenos de las pipas, cuyas cascaras por aquel entonces imaginaba cubriendo el albero del cine de verano donde pasaría viendo alguna peli para escapar de las calurosas noches que se nos avecinaban.

Ahora no contemplo estos campos de girasoles de forma tan simple. Soy conocedor de que son uno son unos de los cultivos industriales más importante de la zona y que sus usos van más allá que ocupar una bolsita en el kiosco del barrio. Desde la obtención de aceite, hasta la fabricación de pienso para la ganadería, el cultivo de girasol tiene su espacio. Es precisamente este último uso, el pienso animal, lo que cambio todo, incluido el paisaje, antes incluso de que yo naciera. En la transición del primer al segundo régimen alimentario, los españoles influenciados por la migración del campo a la ciudad, la perdida de conciliación entre la vida laboral y familiar, el cambio de hábitos y horarios, fueron adoptando modelos de consumos alimentarios apropiados a esta nueva situación que se planteaba. El ejemplo que se siguió fue el norteamericano, comidas rápidas y más abundantes en carne con destino a la alimentación de todo este ganado que se necesitaba para, a su vez, alimentar a una población que tenía unas nuevas necesidades y una nueva demanda. Muchos agricultores abandonaron cultivos como el garbanzo o la lenteja, de distribución local y poco rentable, para refugiarse en cultivos como el de girasol, con un destino industrial globalizado y ligeramente más beneficioso económicamente.

Pero el girasol no solo cambió el paisaje de campos de cultivos, también llegó hasta el jardín en formas y colores variados. Esta variedad de cultivares ornamentales determinó su éxito en espacios verdes. Ejemplos como Helianthus annusPrado red”, H. annusBlack oil”, H. annusIrish eyes”, H. annusOrange sun” o H. annusVelvet Queen”, premiados por TheRoyal Horticultural Society,  han encontrado acomodo en borduras vegetales al crear cierta sorpresa en quien contempla el jardín, pues descubre que esa enorme flor compuesta de color rojo, negro o naranja se trata del popular girasol.               
Los paisajes, ya sean rurales, ligeramente antropizados, o naturales (de los cuales cada vez quedan menos), son fuente de inspiración para diseñar jardines y los cultivos de girasol no dejan de tener ese tinte embaucador, con todos sus matices, todos sus colores, como el marrón de la tierra, el amarillo de la paja y de las flores, el verde de las plantas o el celeste del cielo, que te cautiva. Lo bueno que tienen es que se pueden disfrutar desde carreras comarcales de pueblos no menos encantadores, con historia ligada al sol y al sudor, a la tierra trabajada, a la garcilla bueyera que va tras las ruedas de un viejo tractor con la pintura descolorida, que ya perdió la cuenta de los pases de grada que ha dado. Pueblos ligados a su paisaje único a pesar de que la carretera que durante años los atravesaba ahora los ignore, los rodea y deja atrás aunque… después de todo, estos son motivo más que suficiente para girar, tomar el correspondiente desvío y detenerse.

Cultivo girasoles (Helianthus annuus)

Helianthus annuus cultivar Prado Red
Fuente imagenes: Wikimedia commons  
  
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Sansevieria, Crotons y otras plantas de interior

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Bajo una enorme fotografía en blanco y negro con algún motivo sevillano, así la recuerdo. Imágenes que en unas ocasiones retrataban al Rio Guadalquivir, la Torre del Oro y almacenes ya desaparecidos, en otras ocasiones retrataban la Plaza de España y, por supuesto, la fotografía que más me gustaba, el cenador romántico del lago de los patos en el Parque de Mª Luisa. Fue la reina de las plantas de interior, te recibía a la entrada de toda comunidad de vecinos que alardease de sevillania. Se convirtió en la nota de color bajo aquellas fotografías poco nítidas y desgastados bordes, los cuales, roídos, habían quedado atrás por el paso del tiempo. Durante décadas la Sansevieria era el único el obstáculo que se interponía entre las viejas imágenes cada vez que me acercaba para descubrir algún detalle oculto en la historia de Sevilla.

Sansevieria trifasciata
El secreto de su éxito se centraba en su facilidad de propagación y en su escaso mantenimiento. Únicamente unas hojas variegadas creciendo en vertical ocupando el espacio que les permitía la jardinera donde habitaban. Una decoración simple pero efectiva. Algo verde, algo vivo que con su sola presencia constituía todo el jardín que se podía disfrutar en el hall de un bloque de pisos. Y fue esa misma simplicidad lo que supuso para la Sansevieria el ocaso como planta referencia en la decoración de interior.

Las modas cambian. Lo que en su momento se prefería en verde (y algo de amarillo), tornó en monótono, aburrido, y se buscó llenar esas mismas jardineras con otros colores. La decoración tropical en nuevos edificios, ya fueran de oficinas o de viviendas, empezó a ganar terreno.

Bromelias, Dracena marginata, Aralia o Crotons, se impusieron siguiendo la senda de entornos de trabajo activadores o viviendas en apariencia más alegres. Nuevas necesidades que se cubrieron con plantas de variada policromía como las hojas con vetas de color rojo de los crotons, uno de los colores denominados primarios, el que representa lo cálido, pero también símbolo de peligro, que hace que en nuestro subconsciente se mantenga en alerta y, por tanto, favorecedor de una mayor actividad laboral. También se rompió con la monotonía precedente al estratificar en distintas alturas las composiciones vegetales de las jardineras. Sobre las Aralias, empezaron a destacar en altura la Dracena o la flor cónica de la Bromelia. Formas cambiantes, heterogéneas, que diferían de las hojas de crecimiento vertical, a modo de columnas, de la Sansevieria. 

Monocultivos frente a policultivos. Dicen que la moda, como la historia, es cíclica y que todo lo que estuvo devanguardia en el pasado vuelve con el tiempo a surgir. Tal vez fue esto lo que ocurrió con la Sansevieria o puede que siempre se mantuvo en un discreto segundo plano a la  espera de retomar de nuevo su hegemonía como planta de decoración interior. Con la llegada de diseños minimalistas, donde lo simple (que no es igual a simplón), las líneas rectas, las proporciones equilibradas en las formas y en las medidas, atrajo de nuevo la atención sobre la mencionada simplicidad de la Sansevieria, la repetición estricta de las hojas acabadas en punta, un desarrollo ordenado que no pasó desapercibida o, más bien, no cayó en el olvido.

Esta perspectiva distinta, este nuevo presente para la Sansevieria, no es un éxito en exclusiva sino compartido. Ahora el diseño de las jardineras y los materiales que se emplean en su fabricación, tienen tanta importancia como la propia planta en sí. Se acabó para siempre aquello del contenedor de terracota. Aparecen nuevas macetas y jardineras que, incluso, ganan reconocidos premios en diseño. Se crean entornos de trabajo y entradas de viviendas sin perder dinamismo o elegancia, y con la ayuda de una planta, la Sansevieria, siempre en forma para la decoración de interior. 

Crotons (Codiaeum variegatum)
                   
Fuente imagenes: Wikimedia commons 
   
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Depredadores de jardín: Mantis

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Este fin de semana lo empleé en podar los arriates en profundidad para dejarlos preparados para una larga temporada, la que abarca desde el otoño hasta la próxima primavera, en la que no van a recibir prácticamente ningún mantenimiento, exceptuando las puntuales veces en que pueda regresar a la playa. Rosales, Galán y Dama de noche, Romeros, Geranios,… todos han recibido la visita de mi tijera de podar que ha disminuido considerablemente el volumen que ocupaban.

Mantis religiosa

No soy ningún sádico Eduardo Manostijeras que disfrute dejando casi pelados todas las plantas que con sus flores han estado alegrando un varano que ya casi se fue. Mi motivo es práctico. Tras pasar casi todo el verano arrancado toda hierba espontánea que surgía, lo primero que hice es dar una cava a todo el sustrato para descompactar la superficie facilitando la posterior entrada de aire y agua de forma homogénea en todo el suelo. Después aporté una dosis de abono de triple acción (Nitrógeno, Fosforo y Potasio) a cada planta para que gane en vigor frente a los meses que tienen por delante. Por último, realicé la poda severa para que cuando regrese la próxima vez no me encuentre con la más frondosa y salvaje vegetación. Es verdad que durante el invierno las plantas entran en parada vegetativa pero, a pesar de esta circunstancia, la producción de biomasa es siempre considerable. Lo ideal para no llegar a esta situación sería regresar a cuidar los arriates con mayor asiduidad y realizar un mantenimiento menor pero con más frecuencia.

Así pues, mientras me concentraba en mi labor, tratando de eliminar prioritariamente aquellas ramas que se estorban, secas o enfermas, y los restos de verde vegetal se acumulaban a mis pies, lo que me pareció una hoja que se movía con rapidez se colocó en el borde del arriate. Se trataba de una Mantis religiosa, también conocida como Santa Teresa, uno de los insectos más mitificados de cuantos habitan un jardín.

A las Mantisles precede una mala fama, producto de ciertas costumbres que posee tras el apareamiento en que la hembra devora al macho, dicen que para conseguir la energía necesaria para la puesta de huevos. Es cierto que la Mantis religiosa es un animal agresivo, un depredador veloz, que permanece al acecho inmóvil, con las patas delanteras juntas, como si estuviera rezando, a la espera que una de sus “victimas” se acerque para acertar un rápido golpe y devorarla mientras aún permanece viva. Pero esto que es atroz para otros insectos, para nuestro jardín es un beneficio, pues la Mantis elimina gran cantidad de insectos que son perjudiciales para las plantas.

A mí personalmente es un insecto que siempre me ha fascinado. Tal vez sea por esa leyenda de depredadora cruel y despiadada, por ese movimiento tan majestuoso que realiza al atrapar a sus presas, perfecto, impecable. Belleza en movimiento que incluso ha inspirado la creación de un arte marcial basada en esa forma de mantener en suspensión las patas delanteras y la capacidad de observación tan desarrollada que posee.

Si a otros inspiró para crear una forma de luchar, yo me sentí inspirado para sacar el móvil y sacar algunas fotografías antes de que desapareciera con un relámpago verde entre la vegetación. Recordad que en este blog existe la sección Digital Photo donde podéis enviar imágenes de todo lo relacionado con el jardín, incluido insectos como la Mantis religiosa, y donde quedarán publicadas. ¡Espero vuestras fotos! 
 
Mantis religiosa
                      
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Raíces de destrucción masiva

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Quizás un titular de estas características pueda resultar algo excesivo en una primera lectura, pero tras ver como las raíces de este Laurel de Indias se abren paso por el pavimento de hormigón deja de parecer tan exagerado. Grandes, gigantes, titanes. Un árbol es una fuerza viva natural y, cuando es necesario, deja escapar esta fuerza imponiéndose con autoridad sobre los elementos que lo rodean.
 
Raíces de un Laurel de Indias levantando el acerado 

No solo la copa es motivo de planificación cuando diseñamos un jardín o un espacio verde, varias de las preguntas más frecuentes que nos hacemos al plantar un árbol tienen que ver con la agresividad de las raíces. ¿Levantaran el pavimento? ¿Serán intrusivas? ¿Pueden resultar un obstáculo para el transito?

En jardines particulares este tipo de cuestiones son muy frecuentes y es algo que a los propietarios se plantean durante la etapa de planificación cuando se realiza el diseño del jardín. El caso de los Pinos Piñoneros (Pinus pinea) que tanto abundan en la costa de Huelva es un ejemplo de raíces intrusivas, pues esta conífera busca en el subsuelo las vías de agua que tiene a su alcance, invadiendo toda clase de tubería y obstruyéndola con el consecuente agravio para la vivienda a la que pertenece el jardín.

Y si para particulares los posibles problemas que pueden dar las raíces de los arboles están muy presentes, para los responsables de urbanizar las ciudades no es algo que suelan tener tan cuenta. Muchas de las situaciones que se dan en el acerado se podrían evitar atendiendo a la estructura natural de cada especie antes de ubicar definitivamente un árbol en un lugar concreto.

La forma natural del árbol depende de cada especie, aunque existen una serie de circunstancias que puede provocar variaciones significativas. Se puede afirmar que la parte aérea del árbol es el reflejo de las raíces, cuya forma final dependerá de su propia morfología y de las condiciones ambientales a las que esté sometido. Así pues, no solo muchas de las enfermedades y problemas que poseen las raíces quedaran expuestas en la parte aérea, lo cual nos ayuda a plantear las posibles soluciones, sino que además, la forma del sistema radicular se asemeja a la copa de cada árbol, pero invertida y con los condicionantes que impone las características del suelo y el clima sobre el que se desarrolla.

Generalizando y según este criterio, encontraremos tres tipos de raíces. Raíces de crecimiento vertical con una raíz central más gruesa entorno a la cual van apareciendo raíces segundarias. Las raíces de crecimiento horizontal, que se desarrollan superficialmente siguiendo la envergadura de la copa, principalmente las zonas que sirven de sumidero al agua de lluvia, y que son las raíces que más incidentes presentan al poseer una forma tan somera de agarrarse al suelo. Los árboles que presentan este sistema radicular son susceptibles de caer por la acción del viento. Frente a esta morfología, nos encontramos la raíz que es un cómputo de las dos primeras, el sistema radicular mixto, con crecimiento vertical pero sin raíz principal. Los arboles poseedores de estas raíces son los que mayor agarre tienen y, por tanto, son los que más fuerza mecánica ejercen contra la acción de las condiciones climatológicas.

Por todos estos motivos, hay que prestar mucha atención a la raíz de un árbol antes de colocarlo en un alcorque, que debe presentar el tamaño adecuado y estar relleno del sustrato que favorezca el desarrollo natural del árbol a plantar. En el caso de que no exista la posibilidad de facilitar al árbol el alcorque con el tamaño que necesita lo mejor es plantarnos cambiar de especie vegetal y colocar este árbol en un parterre donde encontrará espacio suficiente donde crecer en función de su estructura natural. 

Todos hemos visto en la red muchas fotos del estado de árboles que debido a las condiciones meteorológicas han acabado en un estado lamentable. En algunas ocasiones no se puede luchar contra la naturaleza, pero también es cierto que otras situaciones se pueden evitar con planificación. Algunas de estas fotos son hasta cómicas, como aquella donde aparece el tronco de árbol que sale directamente del pavimento mientras, en la misma acera, el alcorque donde debía de estar queda a un par de metros.

Estoy convencido, un árbol se asemeja a un gigante mitológico poseedor de una fuerza natural. Un organismo envuelto en cierta bruma legendaria, ya sea aislado o en conjunto formando bosques, y que crezca manteniendo su naturaleza en la ciudad se consigue con una planificación del desarrollo urbano adecuado, sensato y sostenible. Utilizar el árbol que mejor se adapte según su morfología, fisiología y características climatológicas a su ubicación final. Evitar encontrarnos con problemas de levantamiento del acerado por las raíces o que las tuberías de una vivienda se encuentren totalmente invadidas por raíces es posible.

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Noticias cíclicas y beneficios de la jardinería

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Existen noticias que se hacen cíclicas y vuelven todos los años en determinadas fechas. No quiero decir con este comentario que haya una necesidad de crear contenidos sin motivos por parte de los que se encargan de informar, de hecho me parece fundamental que aparezcan. Septiembre es un mes propicio para que se dé este fenómeno y noticias como la vuelta al cole se hacen entrañables frente a otros sucesos mucho más desagradables que por desgracia también están ocurriendo en la actualidad. Los coleccionables en los quiscos o renovar ilusiones son acontecimientos que tienen lugar a la par que el comienzo escolar. Entre todas estas noticias encontramos otra que vuelve anualmente, los beneficios que tiene para la salud la práctica de la jardinería. 
 
La contemplación de un jardín favorece la relajación
Por supuesto esta noticia siempre viene abalada por estudios científicos. La última que he leído estuvo realizada por investigadores de la Universidad de Texas y que posteriormente fue publicada en HortTechnologyque consistió en un cuestionario realizado a personas mayores de 50 años acerca de sus hábitos. El resultado en líneas generales de dicha experiencia fue que aquellos participantes que dedican parte de su tiempo a la actividad de la jardinería resultaron ser de mentalidad más positiva y estar satisfechos con su vida.

Otro dato que puede servir para orientarnos sobre las virtudes que tiene la jardinería para la salud y que encontramos en las noticias es la creación de zonas verdes en hospitales. Los jardines terapéuticos se encuentran en auge, siendo un proyecto que estoy seguro que a cualquier profesional de entre los que nos dedicamos al paisajismo le encantaría participar. Iniciativas como “El Jardín de mi Hospi”que contribuyen a que los niños y niñas que permanecen hospitalizados se encuentren, en la medida de lo posible, en contacto con la naturaleza y convirtiendo su estancia hospitalaria en una situación más normalizada.

Es importante tener presente que crear un espacio verde como jardín terapéutico no solo consiste en la plantación de especies vegetales, el diseño tiene que estar orientado a favorecer la recuperación de las pacientes. En la búsqueda del bienestar de los más pequeños es propicio disponer de una zona de juegos lo más natural posible e integrada con el medio vegetal. Pero un jardín terapéutico en un hospital es además beneficioso para los propios trabajadores del mismo, pues pueden aprovechar sus descansos para desconectar al aire libre.  
  
A todas estas noticias y estudios científicos hay que añadirle la propia experiencia. Yo mismo al dedicarle parte de mi tiempo a podar unas plantas, regar, o hacer una cava, confirmo que me hace sentir mejor física y mentalmente. Hasta el simple hecho de caminar por un parque es bueno para las enfermedades del corazón o la contemplación de este mismo paisaje ayuda a mitigar la fatiga cerebral y el estrés.

Creo que una vez conté que uno de mis primeros trabajos que realicé fue en una empresa de mejora vegetal de trigo. No quiero llevar a engaño. Esta empresa no tenía nada que ver con los cultivos transgénicos (un tema del que daría para hablar largo y tendido), la mejora en esta empresa se hacía por selección clásica, igual que han hecho los agricultores desde que existe la agricultura eligiendo aquellas especies más productivas o resistentes a enfermedades, pero con la diferencia de realizar varios ciclos biológicos en un año para acelerar el proceso de encontrar una variedad mejorada. Los cultivos para comparar las distintas variedades de trigo se plantaban en pequeñas parcelas de experimentación, pero con el fin de no mezclar el grano de distintas plantas, la recolección no podíamos hacerla con maquinaría pues esta se emplea para superficies grandes, así que teníamos que recurrir a segar con una hoz y trillar el grano de manera manual, es decir, como se ha hecho culturalmente desde que el hombre dejo de ser nómada. Tengo que reconocer que tampoco es que fuera un trabajo duro porque las magnitudes que manejábamos no eran para ello, así que no comparé esta tarea con la jornada de un agricultor, aunque es cierto que cuando terminaba el día me notaba una sensación de tirantez en las manos. En una ocasión mi jefe me vio como me miraba las manos y, haciendo referencia a los agricultores clásicos (los de verdad), me dijo algo que no he olvidado jamás: No hay satisfacción más grande que poder trabajar con tus manos la tierra. Lo cierto es que tenía razón, cuando me he encontrado frustrado, deprimido, triste o simplemente se agolpan las ideas y no salen como debieran, no hay nada que me produzca mayor satisfacción que dedicarme a “jardinerar”.  

Poda de un seto
               
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Cómo transformar un jardín en un xerojardín

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Los cambios medioambientales que están transformando el mundo en el que vivimos y que nos han conduciendo a una temperatura en alza durante décadas, a la par han provocado que nos encontramos jardines que se diseñaron hace treinta o cuarenta años que no se desarrollan exactamente en las mismas condiciones climatológicas de la época en que fueron creados. También, ante esta situación actual, muchas de las políticas para preservar bienes naturales, cada vez más escasos, impiden que estos mismos jardines no dispongan de los medios para cubrir las necesidades de agua que tenían en su origen. No hablo solo de jardines particulares, hablo de jardines de barrio, urbanizaciones que se crearon con algunas zonas verdes que pueden continuar siendo igual de válidos en la actualidad como cuando fueron creados.

Rosal en un jardín de barrio

En alguna ocasión me han preguntado si era posible transformar un jardín algo antiguo y creado bajo otras premisas en un xerojardín. La respuesta es sí, además, respetando la esencia para la que fue creado. Claro que esta afirmación tiene sus límites. En un jardín histórico no sería posible porque sería destruir prácticamente su valor ornamental y cultural, pero un jardín que fue construido para crear un ambiente natural en una comunidad de vecinos, un espacio verde cuya razón de ser es proporcionar algo de frescor, sombra, cercanía con la naturaleza con quienes lo disfrutan, es posible realizar los cambios apropiados para integrarlo dentro del ecosistema en el que le ha tocado vivir en la actualidad.

Para realizar esta transformación hay que recurrir a un tema muy actual: el reciclaje. Cambiar un jardín y transformarlo en un xerojardín es tan sencillo como hacer un acto de reciclaje, una serie de actuaciones encaminadas al aprovechamiento máximo de los recursos hídricos disponibles para el mantenimiento del mismo.

La primera de estas actuaciones que realizaremos será redactar un inventario de la zona verde que vamos a transformar. No necesariamente todos los elementos de este jardín tienen que ser descartables, muchos pueden ser válidos, así que lo que trataremos de conseguir con un inventario es determinar qué aspectos del jardín son aprovechables y cuales son susceptibles de ser cambiadas o eliminadas. En el inventario de un jardín incluimos datos como ubicación, zona climática, plano actual, listado de especies botánicas existentes, estado mobiliario, accesos, zonificación, usos, sistema de riego y estado de conservación.

Una vez que poseemos un inventario que nos sirve como base para empezar a trabajar en la transformación del jardín en un xerojardín, analizamos estos datos. Para empezar podemos comparar si la ubicación y zona climática se corresponden con el hábitat natural de las especies botánicas que nos hemos encontrado en la zona verde. En el caso de que haya plantas naturalizadas o autóctonas las podemos mantener en el jardín, pero si encontramos otras plantas pertenecientes a zonas climáticas de mayor pluviometría y con la consecuente mayor necesidad de agua, podemos cambiarlas por plantas más apropiadas para un xerojardín. Recordemos que estas plantas no tienen que ser únicamente cactáceas o suculentas (aunque su inclusión en el xerojardín puede ser factible y no está reñido con el valor ornamental), lo ideal son plantas de origen igual a la zona climática donde se ubica el jardín, en el caso de España y generalizando, clima mediterráneo con todas sus variantes climáticas.

Puede ocurrir que entre las especies poco apropiadas para un xerojardín nos encontremos con una planta ejemplar que queramos mantener. Ante esta situación, podemos optar por considerar la zonificación en función de esta planta e iniciar desde aquí la distribución de las hidrozonasconsiderando esta parte del xerojardín como una zona de máxima necesidad de agua. 
     
A otra conclusión a la que podemos llegar con el análisis del inventario que hemos realizado, es que la superficie de pradera es muy elevada siendo la zona de mayor consumo de agua del jardín. Una solución para reducir esta superficie excesiva de césped puede ser sustituirla por una grava decorativa o corteza de pino. Con esta alternativa conseguimos reducir el gasto de agua y, con la malla antihierbas sobre la que disponemos el “mulch”, conseguimos controlar las hierbas espontáneas. Pero también podemos usar estas mismas hierbas espontáneas para crear una pradera sostenible, de escaso mantenimiento, consumo y resistente a las pisadas. Tan solo hay que dejarlas crecer y segarlas para que tengan una altura propicia.

El sistema de riego también es susceptible de cambio. Aún existen muchos jardines que se riegan con boca de riego y manguera, algo que se traduce en un consumo de agua sin control y pérdidas por evapotranspiración. Nunca es tarde para incluir un sistema hidráulico de riego con un programador para regar en tiempo y cantidad necesaria. Hay ocasiones en que el ajuste del riego consiste en cambiar aspersores y difusores por otros con un grado de giro suficiente que no inunde caminos y paseos innecesariamente.

El resto del reciclaje ya depende de los usuarios y de los conservadores. Los primeros que no produzcan actos vandálicos que mermen el vigor de las plantas que favorezcan el daño producido por plagas y enfermedades, los segundos que se encuentren preparados para realizar las labores culturales de manteamiento apropiadas y no encontrar, por ejemplo, podas de desmoche sistemáticas. Actuaciones de reciclaje y transformación en xerojardín de unos jardines de barrio con una cierta edad para que podemos seguir disfrutándolos muchos años más.

Pradera de hierbas espontáneas 
   
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Geranio y Gitanilla

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A pesar de que Geranios y Gitanillas, plantas ambas del género Pelargonium, están asociadas al cultivo en contenedor y a lucir en patios, terrazas y balcones, uno de mis recuerdos de la infancia era jugar con los Geranios que tenía mi madre plantados en sus arriates. En estos, lejos de lo que pueda parecer, eran y son capaces de imponerse a otras plantas, competir por la luz y crecer con vigorosidad y rusticidad.


Geranios y Gitanillas son especies vegetales muy resistentes debido a que han sufrido un proceso de selección similar al que han realizado agricultores con las plantas cultivadas eligiendo aquellos ejemplares que mejoraban la producción, proporcionaban mejor calidad, resistencia a plagas y enfermedades o adaptación a la sequía por citar algunos ejemplos. Pero en el caso de estas plantas, aunque algunos de estos aspectos se han seleccionado como la resistencia a plangas y enfermedades, también se ha tenido en cuenta la abundante floración acompañada de colores muy variados.

Otra diferencia con la selección agrícola, es que Geranios y Gitanillas han sido elegidos buscando estas características por las mujeres que poseían las plantas y las cuidaban. Durante décadas fue frecuente en pedir a la vecina una ramita (esqueje) de aquella planta con esa flor de color tan especial o que no marchitaba tras un caluroso verano. Posteriormente la plantaban triturando la base que iban introducir en la tierra porque así arraigaban mejor. Sin saberlo, con esta técnica favorecían el desarrollo de las raíces. Es verdad que en muchos casos, las ramitas no llegaban a dar una nueva planta, pero en otros casos si se producía el arraigo con lo que al mismo tiempo se seleccionaban aquellas plantas con una mayor facilidad de reproducción vegetativa.

Estas plantas de género Pelargonium no fueron las únicas que se sometieron a este proceso de selección jardinero, otras muchas plantas comunes de patios y jardines las acompañaron hasta los espacios verdes de la actualidad. Como también las han acompañado, durante este periplo de selección, el ataque de plagas y enfermedades constantes.

Si observamos agujeros en tallos y hojas unidos a la presencia de una oruga verde y peluda se trata de la mariposa africana, su mayor enemigo. Cuando veamos una mariposa de color gris revoloteando sobre las plantas es el imago de esta oruga y deberemos permanecer alertas. En jardines rurales el ataque es menor pues existe un insecto enemigo natural de la mariposa que las elimina, pero la acción de este depredador no alcanza el centro de grandes ciudades. Como tratamiento preventivo habrá que eliminar las ramas que estén afectadas.

Las plantas que yo conservo normalmente no necesitan una podamuy severa, pero esto depende de la frecuencia de la conservación y del la zona climática. En climas cálidos, como puede ser en el sur de la Península Ibérica, muy parecido al Surafricano originario de la especie, los Geranios crecen con mucha vigorosidad llegando incluso a crecer de manera desproporcionada sobre el terreno y trepando por paredes. Cuando esto sucede, hay que podar para controlar el crecimiento. Otro motivo para podar es cuando la planta vegeta en exceso dejando ramas, hojas y flores secas que habrá que eliminar, cortando la rama de forma que queden brotes para que vuelva a formar una mata tupida y con muchas flores. La época apropiada para realizar la poda es en primavera o finales de verano. En climas algo más fríos, los Geranios no crecen tanto, pero aún así, cuando los cultivamos en contenedor, es mejor que se encuentren en jardineras que en macetas para que tengan más especio para crecer.

Cuando presentan un aspecto inmejorable de floración, Geranios y Gitanillas lucen ideales para una fotografía. Algunos ejemplos…







    
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Colores otoñales y Parra Virgen

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Encontrados colores y cambios otoñales. En una ciudad como Sevilla, donde la climatología se reduce a la simplicidad de nueve meses de verano (aún estamos a 30º C a medio día) y tres de un invierno suave, es complicado encontrar en parques y jardines esas espectaculares estampas del otoño pintando a su antojo las hojas de árboles y arbustos color oro, escarlata o pardo, como sí está ocurriendo en otros lugares. Aquí el otoño se encuentra algo distante, en las sierras de Sevilla y Huelva. Particularmente, además de por su Grutas de las Maravillasy otras ídem que provee la tierra, suelo escaparme siempre en esta época hasta Aracena en busca de ese otoño esquivo.

Parra Virgen sobre pared

Pero volviendo a Sevilla, a las grises paredes que la forman y a los jardines, he encontrado un signo inequívoco del otoño en una trepadora sin igual, una planta capaz de tornar estas grises paredes a verde, rojo o marrón, y hasta de proponer unas ligeras pinceladas de azul marino, casi negro, gracias a los frutos que da. Su nombre común es Parra Virgen, en “científico” se escribe Parthenocissus quinquefolia o también P. tricuspiadata, que es otra especie que presenta como variedad destacada la Veitchii.  

La Parra Virgen es una planta trepadora de la que guardo un recuerdo muy especial relacionado con mi primer trabajo de paisajismo. Cuando empecé en este mundo, la empresa de jardinería de Córdoba que me contrató para realizar la delineación de planos de obras, presupuestos y otros trabajos relacionados con los proyectos, me encargó dibujar un plano en Autocad. Era mi primer día. Todo estaba clarísimo en el croquis que mi jefe me había preparado, tanto las dimensiones del jardín, como la disposición de las especies vegetales numeradas. No había pérdida. Junto a uno de los muros de la propiedad había unos garabatos que representaban una planta. También había un número y un nombre.

Para quién no se encuentre familiarizado con Autocad explicaré brevemente que los documentos de planos al dibujarlos, para ahorrar tiempo y simplificar el trabajo, poseen unos bloquesque representan objetos, maquinas, personas, mobiliario, especies vegetales etc., ya creados que se pueden insertar directamente. Los bloques, aunque algunos se pueden encontrar gratuitos, lo habitual es tenerlos que comprar o dibujarlos tu mismo y dejarlos guardados como bloques. Esta última fue mi única opción. Dibujé aquellos primeros bloques con toda mi ilusión y entusiasmo comenzando por la Parra Virgen, así que se trata de la primera planta que dibujé con Autocady, a pesar de que finalmente quedó el dibujo un tanto rudimentario, aún se conserva la planta en aquel muro de una vivienda particular de Córdoba. Buenos recuerdos, sí, que hubieran sido muy diferentes en el supuesto de que mi por entonces empresa hubiera adquirido AutoArq paisajismo, la versión de Autocadpara la delineación especifica de diseño de jardines y que cuenta con un archivo de bloques de especies vegetales. Esto no es una crítica. Creo que fue una forma insuperable de coger soltura dibujando con Autocad que de otra forma no hubiera tenido, ni siquiera haciendo los cursos que he realizado, y me permitió posteriormente entenderme muy bien con Arquitectos y Arquitectos Técnicos, algo básico en mi profesión.

Las ventajas de un muro ajardinado con Parra Virgen son muchos, algunos genéricos en todas las paredes verdes, captación de CO2 atmosférico, aislante térmico del interior del edificio, pantalla acústica, reducción del efecto de la isla de calor,…; en cambio otras virtudes son exclusivas, como evitar la nidificación de roedores porque pierde la hoja y, por supuesto previa a la caída, el efecto cromático del rojo cobre espectacular que puede llegar alcanzar una altura de 30 m. en una pared. 
    
Las fechas imprescindibles para no perder los cambios cromáticos de la Parra Virgen son: en primavera el color verde intenso de las hojas, a finales de verano su fructificación con las uvas de un tono azul muy oscuro, entrados en octubre el color rojo cobrizo de las hojas y, durante parte del otoño e invierno, las ramas peladas color pardo que permiten el asolamiento de la pared que la sustenta. Todo un espectáculo de color, el de la Parra Virgen, que viste algunos edificios de nuestras ciudades y que considero altamente recomendable. 

Uva de la Parra Virgen sin madurar
                        
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Ophiopogon, discreto y elegante

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El Ophiopogon es una de esas plantas discretas y elegantes que podemos encontrar en un jardín. Tiene la virtud de embellecer el entorno pero sin menoscabar el protagonismo de un elemento más principal o sobre el que queremos llamar la atención, virtud para dar elegancia con sus hojas delgadas que se curvan formando una parábola perfecta al conjunto de un espacio verde. Con la tibia sencillez de su porte, es capaz de regalarte mucho.

La Fuente del Recreo

Esta sensación que estoy describiendo es la misma que sentí cuando revisaba unas fotografías que hice en una de las ocasiones que visité los Jardines de Moratalla. Ubicados en la localidad cordobesa de Hornachuelos, fueron jardines de recreo del Rey Alfonso XIII, al que acudía invitado por su valido y propietario del enclave el Marqués de  Viana para cazar y practicar uno de sus deportes favoritos, el polo. Los jardines se encuentran articulados por diferentes espacios comunicados entre sí de forma que haya una transición armoniosa. Algunas de estas zonas, las más próximas al palacio, son antiguas. Otras fueron añadidas posteriormente, como es el caso de las siete terrazas con sus siete fuentes y juegos de agua que fueron creadas por el arquitecto paisajista francés Jean Claude Nicolás Forestier.
  
La Fuente del Recreo es uno de esos espacios anteriores a la ampliación de los jardines por parte de Forestier. Destaca especialmente este lugar por la puesta de sol. Situado hacia el ocaso, se crea una atmosfera única al atardecer donde la luz se hace protagonista y los rayos del astro rey inundan un espacio distribuido a tres alturas. Al  superior se accede desde el parterre que precede a la entrada de la casa-palacio por una escalera doble con barandilla de forja. Enmarcan la escena, dos pedestales con contenedor en terracota y forma de copa donde crecen helechos. Al fondo existe un arco remarcado con cerámica y hornacina de la que sale un caño de agua que se conecta en cada uno de los siguientes niveles. Una plaza circular con sillas de hierro vintage nos traslada al siguiente espacio al que accedemos por otra escalera que, al igual que su predecesora, es de ladrillo y posee barandillas de forja. Este segundo nivel posee en el centro una fuente circular de la que en vez de agua, brotan Calas y, rodeando la fuente, se encuentra el Ophiopogon. Es quizás el lugar donde se hace más visible, menos discreto, pero no pierde ese carácter que se le atribuye en el diseño de mero acompañamiento. Hay más. Muchos más. Junto a las paredes de rocalla, siguiendo la línea, proporcionando al conjunto del jardín esa elegancia de la que hablaba al principio, pero pasa inadvertida. Está, pero no está. En último nivel, el inferior, el caño de agua desemboca en un estanque de rocalla con forma de media luna. En sus orígenes, desde este estanque circulaba un canalillo que regaba otro jardín adyacente, el Paseo de los Bambúes, pero el tiempo ha desdibujado el jardín. La naturaleza ha seguido su curso y en la actualidad los restos del antiguo paseo se funden con plantas autóctonas.

Y mientras la naturaleza empieza a devorar algunas partes del jardín, el Ophiopogon permanece allí exuberante y con mucho follaje. No me había percatado de su presencia en el Jardín del Recreo de Moratalla hasta que estuve revisando unas fotografías que hice del lugar hace ya tiempo. Una planta originaria de Japón y presente en muchos de los jardines de este país, que si bien presenta una importante serie de atribuciones medicinales (se puede preparar una infusión sedante con sus hojas), no se queda atrás con sus cualidades ornamentales. Discreto y elegante. Igual que un eterno actor secundario al que siempre recordamos al ver una película, que no lo echamos en falta, pero cuando nos percatamos de su presencia exclamamos, ¡Es Él! y ya la película sin su aportación no sería la misma.

 
Otoño en los Jardines de Moratalla

Fuente con Ophiopogon redando a la Cala

Estanque de Rocalla

Otra vista del Estanque de Rocalla

Rastrillo
             
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Un corral con su patio

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He pasado mil veces por este portal de la Calle Santiago pero, o no era miércoles, o no me encontraba entre las 10:00 y 14:00 horas, o simplemente no tenía tiempo para entrar a contemplar el patio de este corral de vecinos que algunas fuentes datan del siglo XVI. Desconozco si en el Corral del Conde se muestran signos tan alejados en el tiempo. Sí estoy seguro que conserva su estructura y esencia de finales del siglo XIX y principios de siglo XX por las fotografías antiguas que he podido contemplar. El Corral del Conde fue un lugar para el encuentro y la algarabía, un patio donde se compartían alegrías y tristezas a partes iguales, y, por supuesto, un espacio reservado para las plantas. 
 
Fuente del Corral del Conde de Sevilla

 Los carrales de vecinos eran muy populares en Sevilla hace más de cien años en la capital hispalense. Eran algo así como el vestigio de una revolución industrial que aquí llego con retraso o, más bien, se convirtió en un estilo de vida urbano que se fue implantando muy despacito desde que empezaron a producirse las primeras migraciones del entorno rural andaluz a la ciudad. Normalmente, se encontraban asociados a los diferentes gremios u oficios, por eso había corrales de panaderos, zapateros, curtidores, lavanderas, etc. La vida no era fácil en un corral. Una forma de encontrar techo y cama barata a cambio de condiciones miserables: varias familias hacinadas en una sola habitación, una letrina a compartir por todos los vecinos, niños jugando desnudos en el suelo…. Quizás este tipo de situación propiciaba la unión entre los habitantes del corral tanto para lo bueno como para lo malo. Cualquier acontecimiento de interés era compartido por los vecinos, ya fueran casamientos, nacimientos o defunciones. Todo era común y se ponía en común, y en ese maremágnum de vidas entrelazadas había un punto de encuentro fundamental, el patio del corral. La información, las experiencias, las vivencias o los chismes, circulaban y transcurrían en el patio, un lugar de suma importancia por su función de punto de reunión, pero igual de humilde que el resto del corral. Un espacio rectangular con un gris pavimento empedrado en el que crecían algunos jazmines y naranjos, se cultivaban rosales y claveles en contenedor, y que con suerte podían poseer un pozo central. Toda la escena se podía contemplar desde los balcones de madera que rodeaban el patio del corral que, a su vez, conectaban todas las habitaciones. Hubo muchos corrales en Sevilla, quizás los más conocidos los de Triana, pero en la actualidad quedan muy poquitos. Los que quedan se han restaurado y reformado, y lo que en su día eran habitaciones individuales a compartir por varias familias, hoy son apartamentos equipados para vivir una única familia con todo lo necesario. Las reuniones que se realizan en la actualidad son las juntas ordinarias y extraordinarias de la Comunidad de Vecinos con Administrador presente y levantado acta de los distintos puntos del día, ruegos y preguntas
     
En los corrales de vecinos antiguos, la vegetación, su exuberancia y abundancia, podía variar en función de la superficie, de las posibilidades de los vecinos del corral, aunque siempre había una vecina que cogía el esqueje de alguna planta para decorar, aún con solo una humilde maceta, el alfeizar de la ventana que daba al patio. El Corral del Conde, situado en el Casco Antiguo de Sevilla, es uno de los que se conservan en la actualidad. Dicenque era el más grande y eso se nota, pues conserva el mismo pavimento que tenía en los años 20 del siglo pasado, un empedrado entre el que abunda el musgo acumulado tras paso del tiempo, así mismo, las plantas que tuvo eran abundantes como lo atestiguan fotos color sepia del lugar. Continua siendo un gran espacio rectangular, cuyo eje central queda roto por una fuente circular con un cántaro del que brota el agua con fuerza. El borde está construido con ladrillo visto y una pared pintada en blanco. Sobre este borde hay macetas de barro con Bignonias, Cintas, Crassula, Esparragueras, Clivias, Ipomeas, Musas y una Parra Virgen. También hay plantados arboles que dan sombra, una Jacaranda y dos Tipuanas. Bajo los balcones de madera, en los pasillos, hay sillas y mesas, más macetas colgadas de la pared e, incluso, un azulejo con la imagen de laEsperanza Macarena a la que un Aloe rinde tributo. Siguiendo estos pasillos cubiertos por los balcones, como no podía ser de otra forma, hay plantados naranjos en hilera, aunque en uno de los alcorques, en vez de naranjo, hay un Aligustre variegata. Tras la fuente circular hay dispuestas cuatro macetas de barro con cuatro Buganvillas podadas en forma de arbolito y, precediendo a la fuente, un parterre circular construido en el mismo material, borde de ladrillo vista y pared pintada de blanco, en el que crece una enorme palmera Phoenix que ha sido convenientemente tratada contra el Picudo Rojo. A los pies de la palmera habitan una Lantana, varias Canna indica y algunas hierbas espontáneas que se han “colado” en el parterre como la Juncia. Se comprueba que debió ser el patio más grande porque existe un conjunto residencial en el lado izquierdo de la puerta de entrada. Esto permite la existencia de una calle dentro del corral donde abundan también las macetas con Palmitos, Cintas, Potos, Schefflera, Ficus y también cactáceas dispersas. Al final de la calle llegamos un pequeño humilladero donde se encuentra un cuadro de la Virgen del Carmen donado por el Duque de Segorbe. El humilladero es un reconocimiento a la intervención de la virgen en episodios destacados que han acontecido en el Corral del Conde durante su historia, por lo que no nos tiene que extrañar que podamos leer hechos como que el día 5 de julio de 1879 se cayó el niño Antonio García Resuelvo de edad 28 meses del primer piso…   
   
Así finalizó mi vista, envuelta entre viejas historias impregnadas con el sol siempre brillante de Sevilla, el murmullo del agua y la vegetación de un corral con su respectivo patio. Un ambiente agradable a más no poder. Una primavera siendo otoño que había que disfrutar. Esta vez sí. Fue miércoles, eran las 11:30 horas y tenía tiempo.
Palmera y Aligustre variegata

Parra virgen en la Fuente

Crassula en la fuente

Ipomea

Parte trasera de la fuente con las cuatro buganvillas en maceta

Mesa y silla con los azulejo con la imagen de la Esperanza Macarena

Clivia y pavimento empedrado 

Entrada al corral vista junto a la fuente central

Detalle de piedras de molino

Detalle de los balcones de madera

Tradescantia zebrina en contenedor 

Entrada a la calle en el interior del Corral del Conde 

Composición vegetal tras el Humilladero de la Virgen del Carmen

Imagen de la Virgen del Carmen

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El Parque, el Castillo y el Dragón

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No creas que el parque Rivera del Guadaira posea grandes logros o una diferenciación especial que lo haga una obra maestra del diseño de jardines. Es un parque creado simplemente para el esparcimiento de sus usuarios y cumple de forma correcta con esta función. Es más, sus dos aspectos más llamativos no se encuentran propiamente en el  parque, aunque es cierto que los flanquea. Uno, el Puente del Dragón. El otro, el Castillo Almohade de Alcalá de Guadaira.

El Puente del Dragón

El autor del Puente del Dragón es el  Ingeniero de Caminos José Luis Manzanares. Me gustaría decir que se trata de un puente original, singular, pero no puedo porque a mis ojos es una copia descarada de muchos de los elementos que abundan en el Parque Güell de Barcelona creado por el sí genial y original Antonio Gaudí. En espacial me recuerda al Dragón que existe en el espacio verde de la Ciudad Condal y que está realizado con la técnica trencadís que consiste en formar un mosaico con trozos de cerámica. Imagino que el Puente del Dragón de Alcalá debe ser diferente a los ojos de un niño o una niña, algo nacido de la imaginación y envuelto en fantasía, una enorme bestia multicolor cuyo enorme cuerpo sale una y otra vez en cada arco que emerge de las aguas de Río Guadaira. 

El Castillo Almohade sí despierta en mí otro interés. El que provoca la huella del paso del tiempo. Innumerables historias asociadas a su arquitectura que, como capas de una cebolla, se han ido acoplando formando un único elemento de piedra imperturbable hasta llegar a nuestros días. Testigo mudo de los usuarios que disfrutan cada fin de semana del Parque que se extiende a sus pies. Un jardín acondicionado con pradera de césped para barbacoas y otras actividades de esparcimiento. Se han incorporado Olivos y Naranjos ejemplares a la nueva pradera, trasplantados con una cierta edad, pero también hay árboles jóvenes, en concreto Encinas y Almezos. Todos éstos autóctonos intentan desplazar a otros invasores… 

Eucaliptos y Ailanthus son especies que llegaron al lugar en una época en la que se pensaba que su rápida adaptación y crecimiento los hacían idóneos para poblar los bosques deforestados. Aquello ocurrió hace más de cien años y en la actualidad no se contemplan sus bondades como antaño. Ahora los bosques de Eucaliptos se intentan eliminar y cambiar por especies de la zona y, Ailanthus altissima, conocido popularmente como Árbol del Cielo, ha caído de éste para ser incluido en el Catálogo de Especies Exóticas InvasorasEspañol.

El caso de Ailanthus me parece digno de mención pues es una especie muy robusta, de rápido crecimiento, capaz de sobrevivir en condiciones altas de polución y, a pesar de estar catalogada de especie invasora, yo siempre la he visto crecer espontáneamente en espacios degradados. Por ejemplo, cuando viajo en tren, la veo crecer en los terrenos aledaños a las vías ferroviarias. En realidad, y debido estas características, desconozco hasta qué punto es invasora, al contrario, creo que ocupa terrenos baldíos que de otra forma quedarían despoblados o, algo peor, con escombros o basura.  En el Parque Rivera del Guadaira se encuentra junto a los numerosos y amplios senderos que recorren el espacio verde, bajo los Eucaliptos, creando una agradable sensación de verdor cada vez que el sinuoso camino gira a diestra y siniestra. Una gozada para los que nos gusta caminar bajo el único techo del cielo. No es el único elemento que proporciona ese efecto de naturaleza frondosa y fresca. Al Rio Guadaira le acompañan en su curso otros arroyos construidos en piedra por la que fluye el agua en menor o mayor fuerza, creando sonidos de diversa intensidad al brotar el agua. Es pues un jardín, que sin tener grandes atributos, no deja de ser un espacio donde al pasar un día de excursión con niños, andar al aire libre o realizar algún tipo de actividad física, nunca te abandona esa emoción inigualable, incluidas algunas sorpresas, que es estar rodado de un ambiente natural.

Castillo Almohade de Alcalá de Guadaira

Ailanthus altissima

Agua fluyendo en uno de los arroyos

Hongos en el camino

Senderos por descubrir

El cielo enmarcado por Eucaliptos

Una ofrenda floral

Nuevas plantaciones de Almez
  
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Una piscina con cubierta en el jardín

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Después de milenios de evolución, aún hoy en día, el ser humano no ha podido desprenderse de vivir en un medio acuático. En el período de los nueve meses que dura la gestación, continuamos envueltos en el líquido amniótico, creciendo y desarrollándonos, por eso nuestro vínculo con este medio es tan fuerte. Magnetismo. El agua en el jardín nos mantiene en contacto con nuestra de forma de vida más ancestral. Y, si existe un elemento de cuantos podemos crear en un espacio verde, donde nos reencontramos de nuevo con esta sensación de vida acuática, es sin duda una piscina.

Piscina con cubierta modelo Capri  

No creo en el tema de los horóscopos, la verdad, pero me resulta curioso que siendo Acuario, sienta ese amor incondicional hacia el agua. Ya sea en el mar o una piscina en un jardín, siempre que puedo me zambullo en el agua sin importar muchas veces la más adversas de las climatologías.

Una piscina en el diseño de un espacio verde puede ser una de las construcciones más recurrentes y versátil para completar el conjunto. No solo por el uso. Una piscina puede ir mucho más allá de refrescarnos cuando hace calor, hacer deporte y nadar. Es un elemento que en la actualidad puede ser altamente decorativo, una recreación que dulcifica todo nuestro entorno, un medio naturalizado con la virtud de completar el efecto contemplativo en nuestro jardín, mientras crece o cuando ya lleva muchos años implantado. La lámina de agua puede ser utilizada como límite del jardín, una ventana abierta hacia un paisaje exterior que queremos enmarcar. Un elemento que puede llegar ser altamente sostenible gracias a las nuevas piscinas naturalizadas. Éstas poseen un sistema en tres espacios acuáticos. El primero más grande, para el disfrute de los usuarios, el segundo pequeño, una lámina con grava que sirve para el filtrado del agua eliminándose sustancias en suspensión, y el tercero, un estanque con plantas acuáticas que oxigenan el agua evitando la degradación. Todo el líquido se encuentra en permanente circulación para su limpieza y depuración.

Como vemos una piscina no está reñida con el cuidado del medioambiente, más bien al contrario, lo protege. Hidrata tanto a usuarios como al jardín en el que se integra. Además se le añade la aparición de nuevos materiales (madera, piedra,…), que provocan una mimetización total con su entorno más inmediato.

También hay que añadir que las piscinas solo sean para el verano es algo que ya forma parte del pasado. Se pueden colocar cubiertas, igual de naturales e integradas con la zona verde, con la misma función contemplativa, que nos ayudan a mitigar el frio favoreciendo el baño durante todo el año. Las cubiertas para piscinas nos ayudan a evitar caídas de niños y niñas, ahorrar en depuración y tratamientos con productos químicos perjudiciales, eliminan la entrada de toda polución, insectos, hojas, etc.

En este sentido, tengo que agradecer a los amigos de Abrisol Cubiertas para piscinas el poder enseñaros estas imágenes de piscinas en jardines. Esta empresa se encuentra a la vanguardia del sector, empleando sus instalaciones ubicadas en Alicante, aparte de la superficie destinada para producción, a I+D+i,de tal forma que fabrican todas aquellas cubiertas que sean necesarias para alcanzar la máxima adaptabilidad a la situación y forma de cada piscina a clientes repartidos en más de 15 países de Europa y Norte de África. Esta situación como empresa líder del sector se debe a que Abrisol se constituyó como el primer fabricante de cubiertas para piscinas de España, contando en la actualidad con más de veinte años de trayectoria. 

Expertos en cubiertas y en piscinas, las cuales, el agua que contienen, es de los elementos más dinámicos de un jardín, no solo por la cualidad propia como fluido, sino por la energía natural que desprende. Los cambios del ambiente quedan retratados en el reflejo. Una piscina en el jardín es luz al pasar las distintas horas del día, al pasar cada estación. Es movimiento por cada onda en su calma superficie al más mínimo y suave roce. La entrada sensorial a nuestro primigenio origen vital.

Piscina con cubierta modelo Capri adosada

Cubierta para spa

Piscina con cubierta modelo Lanzarote

Piscina con cubierta modelo Madeira

Piscina con cubierta modelo Madeira

Piscina con cubierta modelo Madeira

Piscina con cubierta modelo Tabarca Rotonda


Fuente imágenes: Abrisol      
                
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Errores en el planteamiento de las zonas de un jardín

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El caso del ajardinamiento del Prado de San Sebastián de Sevilla es un magnífico ejemplo jardinero para contar muchas cosas, aunque lo más flagrante y destacado es el error  cometido en la zonificación de este espacio verde. Toda ésta explanada fue durante muchos años el lugar donde se celebraba cada año la Feria de Abril. Yo no llegué a contemplar casetas, vestidos de volantes, con sus correspondientes claveles y peinetas adornado el sedoso cabello que acompaña a hermosos rostros de mujer, o bailes por sevillanas. Tampoco vi el fino llenar los catavinos para, posteriormente, humedecer gargantas ávidas de fiesta y alegría. Cuando tuve la oportunidad de ir a La Feria, ya se había trasladado a su actual ubicación en el barrio de Los Remedios. Si lo llegué a conocer como aparcamiento y, algún tiempo después, tras indecisiones varias, el Parque en que quedó convertido. 
  
Callistemum en los nuevos parterres ajardinados del Prado de San Sebastián 
 Mucho más macabro y alejado del ambiente festivo que ocupó el Prado de San Sebastián, fue el uso que le otorgó la “Santísima” Inquisición, que utilizó el espacio para llevar a la hoguera a todo hereje que consideró oportuno. Por eso, al enterarme que el terreno aledaño al Parque de María Luisa, muy cercano al Real Alcázar y los jardines de Catalina de Rivera y Murillo acabaría siendo, como no podía ser de otro modo, un gran Parque funcional con distintas zonas con un uso asignado a cada uno de ellas, me lleve una gran satisfacción. Además era un Parque que, siendo diseñado para el disfrute y esparcimiento de los ciudadanos, no dejaba de tener distintos jardines, dentro del propio parque, que le concedían un valor añadido al margen del esparcimiento de los usuarios.

Se planteó una gran Alameda Central que pudiera ser ocupada por escenarios y puestos ambulantes, se plantaron grandes árboles (Tipuana tipu, Jacaranda mimosifolia, Lagunaria patersonii,…), que dieran sombra, se construyeron dos grandes láminas de agua laterales que recorrían el Parque de Este a Oeste, y se ajardinaron parterres con abundante vegetación. En este punto me detengo para contar un hecho curioso que ocurrió en relación precisamente con la multitud de plantas que se plantaron. Para que durante la inauguración del Prado de San Sebastián apareciera frondoso, se colocaron plantas con una densidad mayor de la habitual con la intención de arrancar algunas a medida que fueran creciendo y ocupando más espacio. No entro a opinar al respecto, prefiero que seas tú quién deje su opinión sobre esta práctica en el apartado comentarios.   

También se plantearon dos kioscos/bares en las esquinas Sur (junto a el Consulado de Portugal, un edificio cuya construcción que se remonta a la Exposición Iberoamericana de 1929) y otro en la esquina Norte, más cercana a la Estación de Autobuses de Cádiz y de explotación municipal. Finalmente, para completar la zonificación, se estableció una zona de juegos infantiles en la entrada que da al Rectorado de la Universidad de Sevilla y una zona ajardinada con paseos y juegos de agua en toda la cara Este del Parque, junto a la vivienda de los vecinos de la calle Diego de Riaño, lo que a la postre resultó un gran error de planificación.

Con el paso de los años, la Universidad quiso construir una gran biblioteca en esta última zona Este del Parque. Se estableció un concurso de arquitectura que finalmente ganó la prestigiosa arquitecta iraquí Zaha Hadid y pronto comenzó la construcción de un edificio que estaba destinado a convertirse en hito en la ciudad hispalense. La confrontación llegó con los vecinos de las calles Diego de Riaño y Huerta de la Salud, a los que la nueva biblioteca les impedía el acceso fluido hasta la zona de juegos infantiles que había sido instalada en el extremo opuesto del parque y, por tanto, era el espacio más alejado de las viviendas. Los vecinos denunciaron la recatalogación de la zona verde lo cual supuso, tras años de litigio, que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía dictara un fallo a favor de los vecinos. La consecuencia fue la demolición de lo construido hasta la fecha y la recuperación del espacio verde tal y como estaba antes de comenzar las obras, perdiéndose por el camino los 4 millones de euros invertidos por la Universidad de Sevilla. No soy adivino. Quizás haya motivos más profundos que desconozco y que propiciaron este desenlace, pero puede ser que si la zona infantil hubiera estado junto a las vivienda de los vecinos y, la nueva biblioteca ubicada frente al  Rectorado de la Universidad de Sevilla, todo hubiera sido muy diferente. Tan solo con haber planteado la correcta zonificación inicial del parque.  

Alameda central con los preparativos para celebrar la Navidad

Consulado de Portugal

Las fuentes restauradas con la calle Diego de Riaño al fondo

Lámina de agua lateral que recorre de extremo a extremo el parque

Lavanda

Nueva plantación de naranjos

Parterres ajardinados

Zona infantil. Tras las Melias se encuentra el Rectorado dela Universidad de Sevilla
                
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Una rotonda por acabar

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Palma del Río en Córdoba es un pueblo bonito. Está rodeado por un mar de naranjos, un poco más lejos, abundan frutales de hueso como ciruelos y melocotoneros, también hay olivos. La vega del Guadalquivir es una zona muy fértil, por eso es normal que se den de forma espectacular todos estos cultivos. Productos de la tierra, como igual de significativo es su sol generoso en una mañana invierno. Haz de luz que calienta, te reconforta, te da la vida. Rayos que hacen disfrutar aún más de tu trabajo. ¡Cómo no iba a disfrutar de ajardinar aquella rotonda!

Con luz propia brillan los rosales en la Rotonda de Palma del Río

Al trabajo lo llamé simplemente “Proyecto de ajardinamiento de Rotonda en Palma de Río”. No es un título muy brillante que digamos, pero lo cierto es que los proyectos no suelen poseer un nombre rimbombante a no ser que le preceda una fama especial como pueden ser “Garden Bridge” o “Bosco Verticale”. Los títulos de los proyectos deben ser un resumen del contenido que encontremos dentro de éste, en concreto, en el texto de la Memoria
  
El diseño de aquella rotonda no fue mío. Yo plasme el proyecto siguiendo las indicaciones de un boceto dibujado a lápiz en un trozo de papel de cuadritos y lo adecué a los condicionantes requeridos por el Ayuntamiento de Palma del Río. Escribí en la citada Memoriaque el proyecto consistía en sembrar la superficie de circular de césped con una mezcla de semillas compuesta por Festuca arundinacea, Ray grass  y Poa pratensis muy apropiada para la zona. Incluí tres Cupressus sempervirens ‘stricta’ que acompañarían a tres grandes rocas de piedras traídas de Sierra Morena y unas “medialunas” sembradas con Rosal floribunda ‘sevillana’ que iban menguando a medida que se alejaban de la estatua conmemorativa, símbolo de la localidad cordobesa, dos palmeras con el río, y motivo por el cual se ajardinaba el nuevo espacio verde. Tampoco faltaron en el pueblo de las palmas unas palmeras washingtonias y más rosales en la mediana, junto a la cercana acera. Todo este texto quedó representado en los correspondientes Planos de ejecución de la obra. No faltaron al proyecto el Presupuesto realizado en un documento de Presto con cada partida desglosada, el pliego de Prescripciones Técnicas, con las características de cada elemento que iba a colocarse en la obra y, para finalizar el documento, los Anexosque fueron necesarios.

Una vez que el Ayuntamiento aprobó el proyecto, me marché con los jardineros hasta el lugar y, guiándome por los planos que previamente había delineado, empecé a presentar las plantas e ir definiendo con cal cada área de la rotonda que estábamos ajardinando. Coloque las macetas de rosal en su espacio correspondiente en marco “a tres bolillos” e indiqué, con ayuda de una cinta métrica, el lugar donde debían de plantarse los cipreses y las washingtonias. Qué agradable resultaba la suave brisa, el olor a tierra de labranza, el sol al que hice mención al principio calentar los helados huesos…pararse unos segundos, llenar los pulmones de aire, librarlo despacio y contemplar el paisaje circundante. ¡Y qué decir de la compañía! Hombres mucho más mayores que yo, jardineros experimentados, a los que tenía que decir lo que hacer pero que en algunas ocasiones, sabiamente, me corregían mis errores de principiante. Charlábamos durante las paradas para comer y así los iba conociendo un poco. Hablábamos, no voy a engañar, principalmente de las bondades de las mujeres que veíamos caminar por decirlo de un modo suave, pero también conversábamos sobre el trabajo, temas jardineros y de una incipiente crisis económica que empezaba a inquietarnos a todos.

Aquella historia ocurrió hace varios años y la rotonda quedó ejecutada según las indicaciones del proyecto que yo mismo había redactado. No he dicho que quedó acabado porque hace un par de semanas, una fría y soleada mañana, volví a visitar aquella rotonda de Palma del Río y me pareció incompleta. Creo que es deformación profesional no conseguir dar por finalizado un proyecto. De nuevo allí, pasado el tiempo, ante ti se muestran detalles susceptibles de mejora o aspectos que en la actualidad haría de otra forma. Un jardín, en este caso el de una rotonda, es un lienzo que nunca termina, siempre falta un color que dar, una última pincelada que no termina de llegar. Porque un espacio verde posee una necesidad imperiosa de evolucionar y desarrollarse. Es un lugar vivo imbuido en una atracción constante por permanecer dinámico, donde se unen los propios cambios a los que obliga la naturaleza y los aspectos que aparecen cuando observas el jardín con ojos renovados. Un jardín nunca deja de ser una historia sin terminar, un espacio que se encuentra siempre por acabar.

La rotonda vista desde la acera ajardinada con Rosal florbunda 'sevillana' y washingtonias

Los cipreses también dan su fruto

Monumento que representa las palmeras y el río, símbolo de la localidad cordobesa

Los tres cipreses con las tres rocas de piedra traídas de Sierra Morena

Las "medialunas" de rosal menguando hacia la carretera

Washingtonia haciendo sombra al sol 


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Post invitado: Los injertos en árboles frutales

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¡Inauguro nuevo apartado en Jardines Que Me Gustan con bloggers invitados! Espero que este post sea el primero y que pronto le acompañen muchos más. El autor de este artículo es Marcosdel blog Árboles Frutales que nos habla de un tema de interés tanto en jardines como en horticultura, los injertos. Os dejo con Marcos…

En términos generales, los injertos son una forma de propagar nuevos árboles frutales utilizando un brote o rama de un árbol existente con la intención de fusionarla a una rama o tronco de otro árbol. El injerto se selecciona en función del tamaño, la idoneidad del sitio, así como la tolerancia a determinadas condiciones del sitio. Una vez que se consigue el injerto en árboles frutales, se pueden obtener nuevos árboles por una fracción de lo que se pagaría al comprarlo en un vivero.

Almendro de un amigo que está a rebosar de almendras. Foto hecha en Barcelona.

Es importante mencionar que el injerto produce clones de variedades de frutas conocidas; se trata de una técnica que se ha empleado durante miles de años y que de hecho es la única forma de garantizar que la fruta que se cultiva en un nuevo árbol es de la variedad que queremos. Solamente con plantar las semillas de nuestra fruta preferida producirá nuevas variedades con cualidades desconocidas. Ahora bien, son varios los beneficios de los injertos en árboles frutales que conviene conocer, aunque en todos los casos su principal beneficio es el de mejorar sus características.

Beneficios de los injertos en árboles frutales

Como ya mencionábamos, existen diferentes beneficios de los injertos en árboles frutales y que se deben considerar al momento de seleccionar el injerto. Algunas de las ventajas de los injertos en árboles frutales se las compartimos a continuación:

1. Resistencia. La resistencia de los árboles frutales es una de las principales preocupaciones, no únicamente en términos de las condiciones climáticas, sino también en cuestión de plagas. Algunos árboles frutales ofrecen mayor resistencia a estos problemas y en consecuencia conviene hacer injertos en árboles frutales para dotarlos con esas características y evitar ese tipo de problemas.

2. Enanización. Este también es otra de las ventajas de los injertos en árboles frutales y que permite la obtención de una variedad de árbol frutal que de otra manera no se podría conseguir. Mediante este tipo de injertos se puede conseguir una variedad amplia de manzanos, cerezos, perales, higueras, melocotoneros cuya característica principal es que tienen un tamaño muy reducido.

3. Reproducción. Hay ocasiones en los que ciertos tipos de árboles frutales únicamente se pueden reproducir mediante el uso de los injertos. En consecuencia y si se desea obtener una variedad de árbol frutal en particular, es indispensable llevar a cabo el injerto.

4. Nutrición. En este caso se utiliza el injerto para cuando se tienen condiciones de suelo que son más adecuadas para ciertos tipos de árboles frutales. Gracias a los injertos es posible combinar árboles frutales con la intención de conseguir una planta capaz de florecer en condiciones que no son demasiado adecuadas para esa variedad en específico.

Diferentes métodos para injertar árboles frutales

Para terminar también es importante mencionar que existen diferentes métodos para injertar árboles frutales, los cuales dependen tanto del tipo de árbol, las condiciones del suelo, así como del tipo de características que se pretenden conseguir. En este sentido podemos identificar los siguientes tipos de injertos en árboles frutales que son usualmente los más utilizados:

a. Injertos de yema

b. Injertos de púa

c. Injertos de aproximación

d. Injertos de hendidura


Peral que planté con mi padre hace unos 15 años en Galicia, no ha crecido mucho en comparación con otro que plante a su lado de la misma edad y que esta 5 veces más grande, pero siempre viene muy cargado de peras.
Más información en el blog Árboles Frutales 

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Pulpos a la jardinera

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“Y en esta jardinera de aquí vamos a colocar unos pulpos”. Me dijo con tono serio y tranquilo.¿Eins?!! Aquella indicación me resultó un tanto confusa. Rápidamente pensé en el anuncio del conocido juego de mesa en que se aceptaba “pulpo como animal de compañía”. “¿Unos Pulpos?” Pregunté extrañado a mi jefe que pacientemente, desde hacia media hora, me explicaba el diseño ayudado por los planos en Autocad que nos había enviado el arquitecto para el ajardinamiento que estábamos preparando en una urbanización en la Costa de Sol. Mi cometido sería delinear los planos, redactar la menoría y hacer el presupuesto. “Sí, hombre. ¿No los conoces? Aloe arborescens”. Una vez indicado el nombre botánico, el asunto empezó a esclarecerse.

Inflorescencia de Aloe arborescens

Desde aquella mañana en mi despecho de un vivero de Córdoba, no volví a olvidar el nombre de esta planta suculenta de la familia del Aloe vera. De hojas mucho más abruptas, con pinchos y menor anchura, Aloe arborescens no deja de ser una planta curiosa por su aspecto y la masa vegetal capaz de alcanzar. No llegué a ver como quedaron los “pulpos” en la suntuosa urbanización que se empezaba a erguir junto al mar de Málaga porque la crisis económica llegó y el proyecto quedo congelado. En cambio, el otro día paseando por un parque de Dos hermanas (Sevilla), vi el Aloe arborescens que crecía en estas jardineras, la altura de las inflorescencias naranjas, tratando de alcanzar a las palmas de la palmera Phoenixtras ella, y no pude evitar sacar unas fotos para mostrarlas en un post.

Su altura es cada vez mayor porque sobre las hojas con forma de roseta de la base van desarrollándose las nuevas hojas, formando una especie de tallo leñoso a medida que las hojas más viejas se van secando. Puede llegar a alcanzar los cuatro metros de altura, sin incluir el tallo cónico floral. Es una planta todo terreno. Originaria del Sur de África, que recordemos es una de las regiones del mundo que presenta clima mediterráneo, se adaptó perfectamente a vivir en Europa. Cuando la he colocado en el diseño de algún jardín, normalmente lo he hecho asociándola a una composición tropical, pero esta situación es un engaño de mi subconsciente, pues A. arborescens puede vivir perfectamente bien zonas de montaña, incluso, crecer en espacios de rocallas o en jardineras en terrazas, soportando temperaturas inferiores a cero grados y sequía. Sí deseas tu propio ejemplar en el jardín, te comento que no sería raro que complemente un espacio verde debido a la facilidad que posee para reproducirse por esquejes.

Pero a mí, lo que me tiene realmente fascinado es su inflorescencia naranja tirando al rojo. Sé que es una fecha en la que cobra especial relevancia la Ponsetia o Flor de Pascua, pero en invierno nunca pasarán inadvertidos a mis ojos los racimos cónicos que forman sus flores. Ni para mí, ni para muchos pájaros que pululan por parques y jardines, además de insectos, llámense mariposas y abejas, que llegada la época se sienten especialmente atraídos por la flor de estos “pulpos” de jardín. Otro motivo para cultivar A. arborescens es que presenta propiedades medicinales similares a las de A. vera. De sus hojas se puede extraer y fabricar un bálsamo que se utiliza como cicatrizante de heridas y quemaduras.

Tengo muy claro que ya no volveré a dudar de plantar unos “pulpos” a la jardinera, aunque dicho así, parece mucho más un título gastronómico. Pero no, A. arborescens es una planta robusta, hermosa, que nunca puede defraudar el verla crecer en un jardín y, por supuesto, de disfrutarla haciendo de tu espacio verde un lugar de mayor valor paisajístico y ambiental por toda la fauna auxiliar beneficiosa a la que atrae. ¿Aceptamos pulpo como planta para una jardinera?   

Masa arbustiva de Aloe arborescens

     
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Hasta la fecha han sido los peores meses que he sufrido para terminar un año. Los que me conocen bien y los que me siguen en Facebook saben a qué me refiero. Sí, ha habido altibajos y, claro, también hubo momentos para la alegría o para reír. Prefiriendo quedarme con esto último, lo cierto es que Jardines Que Me Gustan ha sido una ilusión, no solo durante este año, sino durante los últimos cuatro. Una ventana nacida de mi imaginación desde la que entraba aire fresco cada vez que me apetecía asomarme en la Unidad de Día mientras los enfermeros inyectaban la quimioterapia a rostros de miradas perdidas ante un futuro incierto o, finalmente esperando lo inevitable, mientras recorría una y otra vez los cuatro metros en aquella habitación de hospital.

Paisaje alpino del Real Jardín Botánico de Edimburgo en Escocia 

Esta situación no es nueva para mí. Desde niño he tenido esta habilidad sin igual para refugiarme en mi inmenso mundo interior cada vez que a mí alrededor se desataba una u otra tormenta. Y desde esa ventana he contemplado los jardines más diversos del mundo. He vuelto a ver el Jardín Botánico de Edimburgo que conocí hace ya la friolera de diez años. He paseado por todas las zonas que lo constituyen. Los espectaculares rododendros y azaleas se encontraban en flor, la sombra de Sauce Llorón era aún más grande, y subí por las escaleras de piedra del espacio destinado a las plantas alpinas, las cuales formaban esa enorme postal paisajística.

Más al sur, he contemplado mil y una veces al pequeño Jardín de la Caridad, con el que comencé mi andadura en este blog. Sus estatuas de Miguel de Mañara y Mozart que perduran impertérritas en su lugar, rodeadas de senderos de albero, parterres de césped y plantas que mantienen con dignidad el porte tras los años que pasaron abandonadas junto el Gran Teatro de la Maestranza. O los esplendidos Jardines de Moratalla, con el suelo cubierto por las hojas doradas de los Plátanos de Sombra en otoño o el azul de los agapantos en flor en verano. Azul de los Jardines Majorelle en Marruecos. Cactáceas y palmáceas donde el verde es roto por el color de edificaciones y mobiliario, del azul que lleva el nombre del jardín. Mi anhelado Real Jardín Botánico de Madrid, siempre en el recuerdo la última primavera lluviosa en el que me adentré por sus colecciones de plantas, Iris, Azaleas, Tulipanes, Arenarias, Verónicas… y muchas otras,  junto a compañía tristemente desaparecida. Las plazas duras han dejado de serlo para realizar la metamorfosis hacía espacios naturales amigables con el medio urbano como en el caso del MFO Park de Zúrich. Volví. Volví a los Alcázares de Sevilla y Córdoba, a la Glorieta de Gustavo Adolfo Bécquer, donde el poeta, bajo un enorme Ciprés Calvo, aún nos da lecciones sobre lo voluble del amor. También volví al Jardín Botánico de la Orotava, a los Patios de Córdoba, al Botánico Rojo de Melbourne, al Jardín Venenoso de Alnswick, a los Jardines Efímeros de Allariz, al Jardín Botánico Atlántico de Gijón, a los Jardines de Vaux le Vicomte, a los Jardines de la Alcazaba de Almería, al Campo de San Francisco en Oviedo, al Campo Grande de Valladolid,…. Y volví a otros que no se catalogan dentro de lo que consideramos un espacio verde, simplemente, porque tenemos un concepto de “jardín bonito” muy reducido. Desde el alcorque donde crece la juncia, pasando por la rotonda abandonada donde los rosales floribunda malviven sin un sistema de riego, pequeños parterres ajardinados por incitativa vecinal, jardines de los años treinta del siglo pasado cuyo trazo a quedado desdibujado por la aparición de hierbas espontáneas, hasta el lentiscar que sube desde la playa, todo lleno de desperdicios humanos degradados por el paso del tiempo, y que va dejando atrás la fina línea celeste que separa al mar del cielo.

Pero ha llegado el momento de desatarme de la tiranía de mi imaginación. Hay que salir. Dejar atrás la ventana y atravesar la puerta de la realidad, sentir de nuevo las manos llenas de tierra después una cava, los arañazos de la lantana y la buganvilla al podar, el olor de césped recién segado, observar a las plantas, aprender de ellas, sus carencias, sus necesidades, sentir los músculos relajados después de un día de trabajo,… ha llegado la hora de volver a los jardines que me gustan.
  
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Cómo preparar un centro de mesa con suculentas

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Cabalgando entre los límites que separan el diseño de interiorismo con el diseño exterior, me encuentro envuelto en la redecoración de mi casa. Pero como a estas alturas me cuesta separar ambos ámbitos, resulta que estoy decorando el interior pensando como si estuviera en exterior. Este aparente galimatías es más sencillo de explicar de lo que parece a primera vista. Tan sencillo como que estoy decorando mi casa con el denominado “estilo industrial” que también se emplea en diseño de jardines.


Este estilo consiste en emplear mobiliario aparentemente proveniente de una fábrica. Sillas metálicas con un intencionado desgaste, mesas donde se observan las tuercas, tablones de madera de aspecto rústico tratados con la adecuada cera,… He sido acusado de crear un espacio muy agresivo y decadente, pero es en este momento donde entran en juego mis adoradas plantas para dulcificar el ambiente. Aparecen en láminas botánicas que me han regalado desde el RealJardín Botánico de Madrid, en floreros con el sempiterno Lirio blanco y, por supuesto, en macetas como plantas de interior.

Spathiphyllum, Potos, Crotons, Bromelias, Rhapis o Sansevieria son ejemplares de plantas apropiadas para crear un jardín de interior. Y a estas especies les puede acompañar las suculentas, plantas que poseen una curiosa forma de acumular agua de reserva, normalmente en las hojas, por eso aparecen siempre con ese aspecto globoso. Yo he decido crear un centro de mesa con suculentas variadas aprovechando un viejo contenedor blanco que perteneció a mi abuela. El color es el idóneo porque es mi preferido y casi todo lo estoy poniendo en ese color excepto el marrón de la madera rústica y el verde de las plantas. El contenedor, como se aprecia en la imagen, es un león sentado que sobre su lomo porta las plantas.

Yo he escogido este contenedor de mi abuela porque hace tiempo que quería darle un uso, pero el recipiente puede ser variado. Aquí es donde la imaginación debe aparecer y podemos reciclar cualquier cosa que nos pueda servir de contenedor, como por ejemplo latas, cacerolas viejas, cajas de madera, etc. Seguro que en casa tenemos algo a lo que le podemos dar una nueva función y el resultado puede ser espectacular.  

El siguiente paso es acudir a un vivero o garden center para comprar las suculentas. Un pequeño truquillo a la hora de confeccionar el diseño del centro de mesa, es utilizar la misma bandeja para portar las plantitas y hacer una prueba de cómo puede quedar la maceta con las suculentas. Yo he colocado las plantas que adquieren más altura en el centro, luego he bajado otro estrato intermedio y, por último, he dejado las plantas que cuelgan en el borde. En este punto se puede ir cambiando las macetas y el tipo de especies hasta alcanzar lo que a tu gusto puede quedar mejor. En mi caso en la zona central he puesto dos plantas de Aeonium purpureumy una Crassula ovata “gollum”, para la zona central un Lithops spp. (Planta piedra) y Echeveria elegans, y para que cuelgue por los bordes he plantado varios Sedum morganianum.

Para finalizar el centro de mesa con suculentas llega el momento en que tenemos que mancharnos las manos con el sustrato y plantar nuestras nuevas plantas. He colocado en el fondo del recipiente una capa con piedras de río para facilitar el drenaje y que la tierra no se encharque impidiendo a las plantas respirar por las raíces. Después  he echado el sustrato y he plantado las suculentas en la misma posición en que las había colocado en la bandeja, aunque aún estamos a tiempo de realizar un último cambio si lo vemos oportuno. El resultado puede ser muy variado por la cantidad de contenedores que podemos utilizar, la multitud de cultivares de suculentas que existen y la creatividad que pongamos al centro de mesa. He aquí el mío… 

Contenedor blanco con forma de león

Prueba ordenando las suculentas en la bandeja

Fondo de piedras para drenaje

Una vez añadido el sustrato, se plantan las suculentas

El resultado final
Lirios blancos 

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